
Leyendo en un blog las aptitudes de los buenos maestros he estado pensando en aquellas que serían especialmente convenientes para ser un buen maestro-opositor.
Y en la importancia de saber comunicárselas al tribunal, claro.
He hecho una selección de las más importantes desde mi punto de vista, ahí van.

Si quieres puedes descargarte la infografía compartiendo el post:
Ahora veamos en qué consiste cada una de estas aptitudes:
Respecto de los alumnos
El buen maestro opositor demuestra un gran interés por sus alumnos, son el foco de su atención y por se encarga de:
- Transmitir el gusto por aprender y dotar a los alumnos de las herramientas necesarias para que controlen su proceso de aprendizaje.
- Reforzar positivamente a los alumnos, despertar su motivación intrínseca, enseñarles a gestionar sus emociones, escucharlos, atender a sus necesidades, a sus intereses, ayudarlos a encontrar respuestas a sus preguntas.
- Implicarse activamente con sus alumnos. Atender al grupo y a cada uno de los alumnos. Son numerosos los estudios pedagógicos que demuestran que somos seres sociales que aprendemos en grupo. Trabajar la creación de buenos grupos de aprendizaje, bien cohesionados, reviste gran importancia. Pero sin perder de vista que cada alumno es único y que debemos dar respuesta a las necesidades educativas de cada uno de ellos.
- Crear experiencias de aprendizaje, vivencias que permitirán a sus alumnos integrar los conocimientos que se trabajan en el aula para que se conviertan en verdaderos aprendizajes significativos y funcionales en la vida real.
- Desarrolla integralmente a los alumnos. No solo el currículum importa. El desarrollo emocional, valores, hábitos de vida… Hacer de ellos ciudadanos implicados, críticos, responsables de un futuro mejor.
Respecto de la enseñanza (y la vida)
Un buen maestro-opositor necesita tener buenas aptitudes como persona ya que somos modelos para nuestros alumnos, por tanto conviene ser capaz de:
- Pasión por aprender. Interesados en la cultura y la actualidad. Los docentes no podemos vivir aislados de la realidad que nos rodea, tenemos que conocerla para ayudar a los alumnos a integrarla, y debemos saber proveernos de los recursos que nos ofrece.
- Carácter innovador, inquieto. En esta época de cambios constantes es imprescindible mantener una actitud abierta, curiosa, de constante aprendizaje. Salir de nuestra zona de confort para aprender nuevas metodologías, a utilizar recursos diferentes, enseñar de otra manera, aprendiendo y enriqueciéndonos nosotros mismos en el proceso.
- Sólidos valores, debemos reflexionar sobre nuestros propios valores, los que debemos incorporar al aula, cómo hacerlos, cómo ayudar a los alumnos a desarrollar los suyos propios con responsabilidad.
- Actitud vital positiva, ilusión, empáticos y respetuosos con los niños en primer lugar pero también con el resto de la comunidad educativa (empezando por los propios compañeros, pero también por las familias y organismos y entidades que participan de alguna manera en el sistema educativo). Autocríticos, reflexivos, flexibles, con visión de futuro. Tienes que ser el líder de tu grupo.
Aptitudes profesionales del buen maestro-opositor
Y por supuesto un buen maestro-opositor necesita las mejores aptitudes profesionales.
Estas me parecen imprescindibles:
- Conocer bien el currículum. Es el punto de partida, hay que conocer aquello que queremos enseñar (que no siempre es lo que dice el libro de texto), así como su progresión a lo largo del a etapa para poder diseñar procesos eficientes para conseguir nuestros objetivos.
- Ser un buen comunicador. Un docente necesita dominar estrategias comunicativas, debe saber dirigirse a sus alumnos de forma eficaz, despertar su curiosidad, atraer su atención, despertar sus emociones, empatizar con sus preocupaciones, transmitir su entusiasmo, dinamizar el trabajo del grupo. Lamentablemente no solemos recibir formación para saber comunicar, pero créeme, lo necesitamos.
- Capacidad para gestionar el aula. Quizá debería haber empezado por aquí. Es otro de los elementos en los que no solemos recibir formación específica, pero es el punto de partida de todo el proceso de enseñanza, si no sabes gestionar el aula simplemente no puedes enseñar.
- Saber planificar. El proceso de enseñanza-aprendizaje requiere una cuidadosa planificación, partimos del currículo sí, pero no está todo hecho. Ni mucho menos. Ahora nos queda mucho trabajo por delante, hay que seleccionar, organizar, priorizar, elegir recursos, gestionar el tiempo, diseñar actividades, evaluar y volver a empezar (en eso consiste la programación didáctica, no?).
- Capacidad para trabajar en equipo. Aunque estamos convencidos de que la enseñanza es un trabajo que requiere gran coordinación entre los diferentes agentes del proceso nos cuesta incorporarlo en la práctica, pero créeme si sabes colaborar serás mejor docente.
- Tener una buena mochila de recursos. Recursos TIC, recursos metodológicos, recursos para la animación a la lectura, gamificación…, los necesitas todos.
- Saber evaluar para aprender. Y para terminar el colofón del proceso: la evaluación. Ningún proceso puede estar completo si no evaluamos cómo ha funcionado, si ha conseguido los objetivos propuestos, si no analizamos qué podemos cambiar para mejorarlo.
Y todo esto… ¿cómo se lo transmites al tribunal?
Seguramente mientras lo ibas leyendo ya ibas intuyendo lo que tenías que hacer, ¿verdad?
Algunos aspectos los podrás demostrar al exponer la programación didáctica:
- qué principios pedagógicos has elegido: cuando expliques estos principios estás reflejando tu estilo docente y tu idea de la educación;
- cómo los has reflejado en la metodología: ¿has incluido algún proyecto?, ¿explicas tus estrategias para gestionar el aula?, ¿hay experiencias innovadoras en tus propuestas?, ¿trabajas la educación emocional?, ¿incluyes alguna propuesta de docencia compartida…;
- qué papel tiene la evaluación en tu programación: ¿utilizas instrumentos variados?, ¿tienes criterios adaptados para las diferentes necesidades de tus alumnos?, ¿evalúas solo para poner nota o para identificar cómo va el proceso y hacer los cambios necesarios?
Otros los tendrás que “demostrar”, es decir, tu actitud, tu discurso, tu forma de dirigirte al tribunal, los ejemplos que pones, los autores que citas, los recursos didácticos que has seleccionado… todo lo que está implícito en tu forma de ser y que te caracteriza como docente.
¿Y esto cómo se consigue?, pues trabajando, formándote, preparándote a fondo. Ya sabes que siempre digo que prepararse cuidadosamente para las oposiciones es la única forma de garantizar el éxito. No creo que las recetas mágicas, los atajos ni las promesas fáciles.
Por eso en nuestra comunidad de aprendizaje compartimos muchos recursos complementarios a los temas: artículos, lecturas, libros, debates, recursos TIC y más tradicionales, debates… porque la única manera de desarrollar un perfil docente que responda a las necesidades de la escuela actual es currándoselo.
Ser un buen maestro-opositor requiere esfuerzo, pero si quieres puedes contar con nuestra ayuda.
Te recomendamos también:
- Descubre cómo motivar (bien) a tus alumnos, porque no todo vale para motivar de forma útil y sostenible para conseguir un verdadero aprendizaje.
- Indicadores de logro de la programación didáctica, porque no solo hay que evaluar a los alumnos.
- Enamora al tribunal con la defensa de tu programación, porque de nada servirá todo lo que has estudiado si no sabes dar lo mejor de ti en la defensa.
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